Sapientia Amoris
26 abr 2023
“UN CORAZÓN QUE VE”. LA MEDIACIÓN DE LA AFECTIVIDAD “Yo soy la luz del mundo: el que me siga no caminará en la oscuridad, sino que tendrá la luz de la vida” (Jn 8, 12) El hombre descubre la luz del amor originario y su vocación al amor en lo más profundo de su corazón. Pero hemos de dar un paso más, y ver cómo esta presencia de Dios en el corazón humano, se enciende en el encuentro con Cristo y es capaz de iluminar la vida entera del hombre. La primera parte del título de esta correlación, “Un corazón que ve”, se inspira en la encíclica Deus caritas est que afirma que éste es el programa del cristiano, siguiendo a Jesús e imitando al Buen Samaritano. La propia encíclica explicita que la expresión se refiere a la actividad caritativa del creyente en Cristo, que es capaz de ver dónde se necesita amor y actuar en consecuencia.
En el famoso relato de El Principito, el zorro le dice a su amigo antes de separarse: “He aquí mi secreto. Es muy simple: no se ve bien sino con el corazón. Lo esencial es invisible a los ojos”19. Pero ¿no ven acaso los ojos de nuestra cara? Ciertamente, pero mirar no es simplemente ver. Conocemos, pero muchas veces somos incapaces de reconocer quién es quien nos llama, quién nos habla. Es preciso, por tanto, abrir “los ojos del corazón” (Ef 1, 18)20.