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Virginidad, sacerdocio y familia

Eduardo Pérez Pueyo

Este trabajo ha estado motivado desde el inicio por una pregunta que a mí, como sacerdote, me han planteado bastantes personas prácticamente desde el comienzo de mi ministerio sacerdotal. Esa pregunta es: ¿Por qué los curas no se casan? O mejor aún: ¿Y tú por qué no te casas?

Responder a la pregunta: ¿Por qué los curas no se casan?, no resulta fácil, sobre todo en un mundo que parece valorar tanto la dimensión sexual de la persona. Así pues, responderla adecuadamente nos lleva a preguntar por toda la persona. ¿Qué es el ser humano? La respuesta a esta pregunta no puede ser sesgada: no se puede responder acudiendo a una serie de condicionamientos biológicos, o socio-económicos, sino que tendrá que partir de las experiencias más comunes a toda persona. Pero, ¿cuáles son esas experiencias fundamentales?, ¿dónde se encuentran?, ¿cómo conocerlas?, ¿qué nos pueden decir?

Para contestar estas cuestiones, el siguiente artículo sigue el itinerario marcado por el Beato Juan Pablo II en sus Catequesis sobre el amor humano, el cual, a su vez, ha sido explicitado por Carl A. Anderson y José Granados en su obra Llamados al amor (Called to love). Este trabajo se constituye, pues, como un comentario a este libro desde la perspectiva de la virginidad cristiana.

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