403_IGLESIA-Y-SOCIEDAD_ARTÉtica laica y religiosidad

Juan José Pérez-Soba

“Habéis oído que se dijo: «Amarás a tu prójimo y odiarás a tu enemigo». Pues yo os digo: Amad a vuestros enemigos y rogad por los que os persigan, para que seáis hijos de vuestro Padre celestial, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y llover sobre justos e injustos. Porque si amáis a los que os aman, ¿qué recompensa vais a tener? ¿No hacen eso mismo también los publicanos? Y si no saludáis más que a vuestros hermanos, ¿qué hacéis de particular? ¿No hacen eso mismo también los gentiles? Vosotros, pues, sed perfectos como es perfecto vuestro Padre celestial” (Mt 5,43-48).

Esta indicación imperativa de Cristo es un hito asombroso en la historia de la ética de la humanidad. Abre al hombre un nuevo horizonte que ya no podrá olvidar jamás. Apunta al centro mismo de la mayor dificultad que cualquier persona experimenta para poder vivir en plenitud: la existencia de enemigos.

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